Canta Alejandro Sanz en su último disco, «SANZ», una celebración de 30 años de éxitos, que él no cree en el azar, solo en el «valor de atreverse». Y rememora, que esa forma de pensar es la que lo llevó a probar suerte en la música, aún contra el criterio de su madre.

Ella había sufrido las vicisitudes de la profesión a través del padre del cantante, en un eterno y forzoso viajar por España, y quería para su hijo «un sueldo fijo». Pero a pesar de ello, el autor de «Corazón partío» no atesoró otro objetivo: «Nunca tuve un plan B, porque hacen que el plan A fracase», asegura.

Lo dice en su barrio, en el madrileño distrito de Moratalaz, al otro lado del puente sobre la M-30 que lleva desde hace poco el nombre de su más famoso tema y en una escuela de música recién erigida sobre el solar en el que el cantante y compositor dio su primer concierto ante el público.

«Moratalaz me hizo amar el rock que, junto con el flamenco, eran las dos cosas que más me gustaban», relata Sanz a un día de la publicación del álbum que toma el relevo a «#ElDisco» (2019) y en el que a través de canciones difícilmente catalogables desnuda todos los géneros y músicas por las que ha transitado.

Producido por Alfonso Pérez y Javier Limón, hay sonidos de música negra, metales que remiten al otro lado del Atlántico, soniquetes caribeños, pop, sobrios arreglos electrónicos y pasajes orquestales, pero también, volviendo a sus orígenes, guitarras, palmas y el pulso rítmico del flamenco que mamó en su segunda cuna, Cádiz.

«No quería hacer un disco para listas de ventas o para entrar en la radio, sino uno que no defraude a la gente en cuanto a que son un puñado de canciones hechas por un músico«, explica Sanz, que quería «resumir estos 30 años» y mostrar su evolución, convencido de que «no te puedes dormir en los laureles en ninguna profesión y especialmente en la música».

Sorprendió con el primer sencillo, «BIO», una muestra de «sponken-word» en el que se confiesa y se radiografía de la manera más explícita que lo ha hecho nunca: «Siempre fui introvertido / Tenía miedo, estaba ido / Me gustaba la poesía, el flamenco y mi bujío».