Reconoce Plácido Domingo en el día en que cumple 80 años que lloró de emoción con el primer aplauso que recibió del público después del escándalo por acoso sexual que desde hace meses lo mantiene fuera, entre otros, de los escenarios españoles, aunque él sueñe con volver a ellos, especialmente a su ciudad natal, «en un futuro no muy lejano».

Poco podía imaginar que tras más de medio siglo como una de las grandes voces de la ópera mundial, el tramo final de su relato vital le vería pasar de héroe a villano a raíz de las acusaciones de casi una veintena de mujeres que habían trabajado con él en EE.UU. en los años 90 y denunciaban haber sufrido el acoso del tenor y exdirector de la Ópera de Los Ángeles.

Domingo respondió que para él todas esas relaciones habían sido «bienvenidas y consensuadas», pero terminó dimitiendo de su cargo en la ópera angelina mientras sufría una oleada de cancelaciones de sus actuaciones, sobre todo en EE.UU., pero también en Madrid a instancias del Gobierno español. Tiempo después, llegó un comunicado en el que decía lamentar el «dolor causado» y en el que aceptaba su responsabilidad.

«No fue un mea culpa, aunque pareciera que sí», matizó el pasado mes de septiembre en la televisión pública española, en una intervención en la que condenó «el abuso en cualquier situación, lugar y época». «Pueden decir lo que quieran, pero yo jamás le he faltado el respeto a ninguna mujer», insistió.

Ante su entrevista vía correo electrónico, mientras ensaya en Viena, donde mañana viernes participará en la ópera «Nabucco», su equipo se encarga de subrayar antes de nada que tras las declaraciones vertidas en estos meses consideran el de las acusaciones «un capítulo ya superado».