La guerrera «Mulan» regresa a las pantallas con una nueva versión del clásico de Disney rodada con un reparto de carne y hueso que, sin embargo, no pisará los cines y arriesgará su éxito al «streaming» en una estrategia que supone un antes y un después en la industria audiovisual.

Pocos imaginaron que la batalla más complicada para la heroína y el gigante Disney sería dar con una manera de estrenar en un mundo golpeado por el coronavirus esta película que ha costado unos 250 millones de dólares, la adaptación de un clásico de animación más costosa hasta la fecha.

«Mulan» era la gran apuesta de la factoría de entretenimiento para esta temporada, con una decidida vocación por el público asiático -cada vez más importante para Hollywood-, y un registro ya batido: La película más cara jamás dirigida por una mujer, la cineasta Niki Caro.

Pero la apuesta segura pronto se convirtió en un campo de pruebas con polémicas de por medio.

El fichaje de Liu Yifei llegó después de una casting internacional para dar con una actriz que encarnara el espíritu de Hua Mulan de una manera más madura y combativa que la versión de dibujos animados de 1998.

Disney ha tratado de respetar al máximo la cultura y tradición china en la nueva película que, lejos de ser una mera adaptación, entrega más oscuridad y misterio que su predecesora.

Para acercarse al público asiático el guion ha cambiado.

El famoso dragón no habla porque sería considerado una falta de respeto para una imagen tan importante en su tradición.

También se prescindió de ciertos personajes para evitar una relación amorosa entre un hombre mayor con autoridad sobre una joven y las relaciones de poder dan más peso a los papeles femeninos.

La trama se despoja de su parte más musical para dar más peso a las escenas de combate y acción, grabadas en escenarios imposibles, con una ambientación espectacular que demuestra el enorme presupuesto que ha manejado.

Asimismo, la conversión de Hua Mulan a su alter-ego masculino con una actriz de carne hueso adquiere otra dimensión mucho más profunda y simbólica en un momento en el que la producción cultural pedía a gritos el espacio a las mujeres y a la diversidad que contiene la nueva «Mulan».