Hoy en día, acumulamos tanto estrés en nuestras vidas que en muchas ocasiones se convierte en una bola gigante con la que cuesta mucho lidiar. Tantas tareas que realidad, infinidad de asuntos que jamás abandonan nuestra cabeza… Si no sabemos gestionar nuestras rutina, ésta puede costarnos el día de mañana algún que otro importante problema de salud.

En este contexto, meditar se nos presenta como una herramienta sumamente útil para incorporar en nuestros día a día y hacer que el ritmo vertiginoso de nuestras vidas sea más llevadero. Con solo unos minutos y sabiendo cómo hacerlo, podemos liberar a nuestro cuerpo y nuestro cerebro que no son necesarias que llevemos a todas partes.

¿No sabes cómo? No te preocupes: te damos 4 consejos para que puedas empezar a poner en práctica el arte de la meditación.

Prepara tu entorno para la meditación:

Apaga el teléfono móvil y libera el sitio donde vayas a meditar de cualquier tipo de distracción. Debes entender que la meditación no te va a quitar mucho tiempo (bien realizada, 5 minutos al día son más que suficientes). Por lo tanto, procura que todo lo que te rodeé no te abstraiga de lo que estás haciendo. Es un momento que te vas a dedicar únicamente y así debe ser. Si te ubicas en una habitación vacía, muchísimo mejor.

Asegura la máxima comodidad antes de comenzar:

Lo primero que te recomendamos es vestirte con ropa sumamente cómoda. Que no se ciña en exceso a tu cuerpo y que te permita moverte con soltura y adoptar cualquier tipo de postura. Si es holgada, una o incluso dos tallas más a la que habitualmente usas, lo agradecerás enormemente.

No ingieras alimentos antes de meditar:

La sensación de pesadez que sentimos nada más comer es un profundo enemigo para la meditación. Es absolutamente imprescindible que elijas un momento del día en el que tengas el estómago vacío, por lo que siempre será recomendable no haber ingerido ningún tipo de comida ni bebida por lo menos una hora antes de meditar.

Crea el ambiente propicio para tu mente:

Sitúate en un tapete, una colchoneta o mismamente en la cama de tu habitación. La superficie no importa, siempre y cuando te resulte cómodo y placentero sentarte o tumbarte sobre ella. Además, usa elementos relajantes como velas, incienso o cualquier objeto que cautive tus sentidos para crear la atmósfera perfecta a tu alrededor.