Antes de que la triste noticia se diera a conocer en el mundo en 2014, Robin Williams pasaba días bastantes complicados y debido a sus comportamientos, muchos comenzaron a preocuparse por la salud del actor.

«Lloraba en mis brazos al final de cada día. Fue horrible. Horrible «, recordó la maquilladora Cheri Minns, quien pasó tiempo con él detrás de escena en 2014. «Le dije a su gente: ‘No tengo la capacidad para lidiar con lo que le está sucediendo’«, agregó.

La estrella le decía que no podía recordar sus líneas, a lo que Minns le sugirió que recuperara su confianza. «Él solo lloró y dijo: ‘No puedo, Cheri. Ya no sé cómo ser gracioso'».

En la biografía titulada, Robin, de Dave Itzkoff, proporciona nuevos detalles sobre los días finales del comediante, se revela que sufría de demencia y que en su último año de vida tuvo que lidiar con algunos síntomas terribles.

El 11 de agosto de 2014, el Robin Williams aún no había salido de su habitación, y su asistente, Rebecca Erwin Spencer, se preocupó. Tras abrir la puerta con un clip, encontró una escena espeluznante: Williams se había ahorcado con su cinturón.

En 2016, la viuda del actor, Susan Schneider, publicó en Neurology la revista de la Academia de Neurología de los EEUU, una conmovedora carta sobre la enfermedad neuronal que padecía su marido, uno de los motivos que lo llevaron a suicidarse a los 63 años.

En el texto cuenta que el actor sufría de «demencia con cuerpos de Lewy», un trastorno neurodegenerativo que afecta la memoria y las capacidades motoras.

«La demencia con cuerpos de Lewy es lo que mató a Robin»,expresó Schneider. La enfermedad le causaba al actor «paranoia, alucinaciones, insomnio, fallos de memoria»,  además de «respuestas emocionales que nada tenían que ver con su carácter».

Williams, sin embargo, no conocía las causas de esos síntomas, aunque sí sabía que estaba enfermo de Parkinson. De hecho, la familia del actor conoció esta otra enfermedad solo tras los resultados de la autopsia, tres meses después de su muerte.