Con una carrera sólida en teatro, cine y televisión, Ana Serradilla ha conquistado al público con su versatilidad y carisma. Desde su debut, esta actriz mexicana ha sabido adaptarse a diversos géneros, dejando huella en cada proyecto. Su pasión por la actuación, combinada con su búsqueda constante de nuevos aprendizajes, la convierte en una figura inspiradora dentro y fuera de los escenarios. A continuación, comparte sus reflexiones sobre su trayectoria, los retos en su carrera y la vida que construye con equilibrio y autenticidad.

 

El destino inesperado de la actuación

La actuación llegó a mi vida como una pasión inesperada. Muchas veces uno puede decir: «quiero ser esto», pero la vida te lleva por otro camino. En mi caso, fue al revés: la vida me puso la actuación frente a mí, y yo me resistía, porque era muy tímida. Pero seguía apareciendo en mi camino, hasta que decidí probar y todo fluyó desde ahí.

Cada personaje, una lección de vida

Cada personaje que interpreto lo veo como un hijo; no podría decir que quiero más a uno que a otro. Claro, algunos personajes pueden ser más cercanos a ti o dejarte enseñanzas distintas, pero todos son igual de importantes. Incluso los que no simbolizan lo que esperabas, te enseñan algo valioso. Al final, todos tienen un impacto profundo en mi vida.

 

Elegir con el corazón y la razón

Elegir un proyecto implica considerar muchos factores: la historia que se va a contar, las personas con las que trabajaré, quién produce y dirige. Es como formar una familia temporal con la que crearás algo único. Ese engranaje tiene que ser perfecto para que el proyecto sea significativo y fluya bien.

La magia de las películas navideñas

Este año ha sido especial para mí con las películas navideñas. Aunque ya había hecho algo similar en Pastorela con Emilio Portes, aquello fue humor negro. Ahora, trabajar en películas como Santa mi amor y La posada me permitió explorar otro género y disfrutar mucho la experiencia. Desafortunadamente, en el caso de La posada, estamos de luto por el fallecimiento del director, Raúl Martínez, lo que convierte este proyecto en un homenaje a su legado.

 

Contar historias de un México diverso y vibrante

Contar historias de México siempre me llena de orgullo, especialmente cuando mostramos la belleza de nuestro país. México es increíblemente diverso, tanto en paisajes como en historias. Incluso cuando trabajamos con temáticas duras, como en Las hermanas guerra, los escenarios, como los de Durango, te recuerdan la grandeza de este país.

Los contrastes en la actuación

Mi carrera me ha permitido experimentar contrastes. Por ejemplo, trabajar con Emilio Portes, quien tiene un estilo de humor negro y agudo, fue algo que deseaba desde hace tiempo. Por otro lado, proyectos como No dejes a los niños solos, una película de terror, me han llevado a explorar personajes completamente diferentes a mí. Esa es la magia de la actuación: te pones en la piel de alguien que jamás serías, lo vives con honestidad, y eso es fascinante.

 

Equilibrio entre el amor y el trabajo

A nivel personal, valoro profundamente la relación con mi esposo. Ambos estamos ocupados, pero tenemos rituales que respetamos, como nuestros «dates» de los viernes, que son intocables. Esos momentos nos recuerdan lo importante de mantener viva la conexión en medio de nuestras agendas llenas.

Estudiar psicología: un reto personal

Y como si no tuviera suficiente, decidí retomar mi espinita por estudiar Psicología. Estoy cursando la carrera en línea, lo cual ha sido un desafío, pero lo hago por puro gusto. Aunque duermo poco y parece una locura, me siento feliz porque estoy aprendiendo cosas nuevas y creciendo como persona.

Una actriz en constante reinvención

La vida, como la actuación, es un constante ensayo de contrastes y aprendizajes, y creo que esa es la verdadera riqueza de mi camino.