En 2021, no hay nada más subversivo que un libro, ha debido pensar la cantante norteamericana Billie Eilish, que acaba de publicar una personal autobiografía fotográfica que recorre sus intensos 19 años, un guiño de analógica (y vanidosa) nostalgia en un tiempo de pantallas táctiles y atenciones dispersas.

«Billie Eilish by Billie Eilish» (Wren&Rook) es pura celebración de la vida de la angelina, porque la artista -precoz ganadora de cinco Grammys con su primer álbum, «When We All Fall Asleep, Where Do We Go?»(2019)- aparece en la práctica totalidad de los cientos de imágenes inéditas de este itinerario vital que va desde el vientre embarazado de su madre hasta el encierro por el parón pandémico.

Un atracón nada indigesto para los millones de seguidores de la cantante, un fenómeno mundial y sublimación, estética y emocional, de la generación Z, a punto de publicar su segundo álbum, «Happier than Ever» (30 de julio), y que, a tenor de los temas «filtrados», «Your power» o «Lost cause», muestran a una Eilish menos electrónica y más próxima al neo soul.

Disco, que según se ha conocido esta semana, presentará en un concierto digital que la plataforma Amazon emitirá el 17 de junio.

Y un contacto que servirá además para conocer la mutación estética de la artista en estos meses a cámara lenta por la covid, y que según, ella misma avanzó, se decantará por el París fin de siglo del XIX, eso sí, ahora de rubio platino, sin la característica melena bicolor, como muestran sus redes sociales o el reciente paso por las páginas de Vogue. Pero es mejor no vaticinar lo inesperado.

Sin embargo, antes de este nuevo escalón, Billie ha tenido tiempo de tomar aire y echar la vista atrás con su diario gráfico.

Billie recién nacida en brazos de su madre, con un micro de juguete y mirando directamente a la cámara con sus enormes ojos azules, sentada en el inodoro, vestida de princesa, Billie llorando, Billie riendo, rodeada de sus perros, con Finneas, su hermano y colaborador, el colegio, las clase de danza, y, de repente, la fama, con «Ocean Eyes», sólo 13 años, y su vida se revoluciona.