Hoy más que nunca, la vocación y espíritu de servicio sostiene la esperanza de la humanidad.

Es en la crisis donde somos capaces de identificar de qué estamos hechos y entendemos el verdadero sentido de un equipo, de lograr lazos entrañables, por el máximo principio de ser humanos: La vida.

Compasión, hermandad y esperanza, sustantivos que en esta contingencia están latentes en la atención a cientos de personas que han recibido palabras de aliento, a cambio de esos abrazos cancelados. Personas con una historia y un futuro que en algunos casos se ve interrumpido, pero en muchos otros le dan la bienvenida a una segunda oportunidad de vida al pasar en medio de una valla de honor formada por mujeres y hombres, -personal de salud y héroes, a veces anónimos- cuyos rostros y cuerpos se encuentran cubiertos, ovacionan, aplauden, lloran y cuando es posible, le cantan a la alegría, al triunfo colectivo.

Así es transitar del área de Terapia intensiva a Hospitalización. Es saber, que cada respiro es un segundo ganado, un paso más a la recuperación.

Por todos ellos, ¡Hay que seguir! Este es el lugar y momento correcto.

Intensivistas, neumólogos, terapeutas respiratorios, internistas, ginecólogos, personal de enfermería, radiología, trabajo social, nutrición, laboratorio, psicología, intendencia, auxiliares, camilleros, mantenimiento y personal administrativo que integran este frente de esperanza y no han cesado sus esfuerzos tanto para personas afectadas por Covid-19 o para quienes necesitan ayuda por alguna otra condición que pone en riesgo su vida, gracias por formar parte de esta cadena de virtud.

Todas y todos ustedes, son pieza indispensable para esta batalla que enfrenta el mundo. Gracias por su valentía, vocación y conocimiento puesto al servicio de la humanidad.

¡Gracias, muchas gracias por estar! Nuestra fortaleza es nuestra gente.

Que la historia dignifique al personal de salud.