El Coliseo de Roma y algunas de las principales joyas culturales de Italia reabrieron sus puertas después de casi tres meses de cierre por la pandemia de coronavirus, en un nuevo paso hacia la nueva normalidad.

Con la apertura del Coliseo, Italia recuperó su principal símbolo, pero lo hizo en medio de un panorama inédito, sin colas de turistas y entre medidas de seguridad. El 8 de marzo dejó una mella en la milenaria historia del famoso anfiteatro Flavio, pues ese día tuvo que cerrar siguiendo las reglas del Gobierno para tratar de contener la crisis sanitaria. «Fue un momento trágico», confesó hoy la directora del Parque Arqueológico del Coliseo, Alfonsina Russo, pocos minutos antes de participar en la ceremonia de reapertura.

Han sido 84 días de «silencio surreal» en este histórico edificio, pero ahora la situación ha mejorado y se puede abrir con seguridad ya que la pandemia se ha contraído enormemente después de infectar a 233.000 personas y causar la muerte a más de 33.400.

La reapertura del anfiteatro mereció todos honores al ser un auténtico emblema de la cultura italiana: el evento tuvo aires de celebración y contó con mandos militares engalanados y autoridades como la delegada del Gobierno en la capital, Gerarda Pantalone.

EL YACIMIENTO EN LA «NUEVA NORMALIDAD»

El Coliseo se ha despertado en un mundo distinto al que había conocido hasta hace apenas tres meses y su disfrute ha sido adaptado a una serie de medidas de seguridad para evitar contagios que ya son la tónica habitual en todo el patrimonio italiano.

Para entrar al edificio primero se debe pasar por delante de un dispositivo electrónico que no solo mira la temperatura del visitante, sino que también se cerciora de que lleva mascarilla.

Además, la reserva de entradas será obligatoria, se han modificado sus horarios para que no coincidan con las horas punta en el transporte público y han sido establecidos dos nuevos recorridos de forma experimental hasta el próximo 30 de junio.

Uno de ellos muestra una serie de grafitis encontrados en los muros durante el cierre y que sirven para revelar los muchos usos que tuvo este lugar a lo largo de la historia desde su abandono en el siglo VI, como cantera, fortaleza o establo para el ganado.

El aledaño Foro Romano y la colina del Palatino contarán con cuatro recorridos distintos de varias duraciones e idénticas medidas de seguridad.

Como precaución, a las puertas del Coliseo ha sido instalado un ambulatorio de campaña con un médico que atenderá a los visitantes cuya temperatura corporal supere los 37,5 grados centígrados.

LA SOLEDAD DEL COLISEO

El interior del Coliseo mostraba un aspecto raro, únicamente poblado por algunos periodistas y unos pocos operarios que se perdían entre las ruinas de sus subterráneos, pues el trabajo en un lugar como este nunca se detiene del todo para garantizar su conservación.

La pandemia hizo que se cerraran las fronteras y apagó el turismo del que hasta hace tres meses vivía gran parte del país: basta pensar que el Coliseo recibía una media de 20.000 visitantes cada día hasta un total de 7,5 millones en 2019, el 70 % extranjeros.

Solo habían reservado 300 personas y se prevé que las reservas no superen las 1.500 al día en el Coliseo y los Foros.

La directora confesó que ahora se espera el turismo «de proximidad», romano, pero que las visitas empezarán a subir cuando se abrirán las fronteras regionales y también las exteriores a los llegados desde la Unión Europea.

Fuera de sus muros había un poco más de ambiente, sobre todo por la elevada presencia policial. Poco después de las 10 de la mañana empezaban a llegar los primeros visitantes.

Dos de ellos eran Francesco y Natale, un matrimonio que caminaba de la mano a la sombra del monumento, porque el calor ya empieza a apretar en la capital. Él es romano y ha decidido mostrar el Coliseo a su esposa, una profesora rusa, ahora que no está abarrotado. «Roma vacía nos hace daño, faltan los turistas, esperamos volver lo antes posible», reconocen.