Al ver el desfile de Oscar de la Renta en la imponente Biblioteca Pública de Nueva York en Manhattan, fue difícil no pensar en otro Oscar que había acontecido unas 24 horas antes: los Premios de la Academia, y en específico en Scarlett Johansson.
La actriz no recibió ninguno de los dos galardones a los que aspiraba, pero fue una ganadora en la alfombra roja en un brillante vestido plateado con un corpiño decorado con flequillos metálicos ideado por el dúo creativo de Oscar de la Renta, Laura Kim y Fernando García. Los diseñadores presentaron estilos similares durante su desfile en la Semana de la Moda de Nueva York el lunes por la noche, tanto en negro como en dorado, y en vestidos que fueron de largos hasta muy cortos.
El lugar ciertamente era impresionante: un largo pasillo abovedado en la sucursal principal de la biblioteca en la Quinta Avenida de Manhattan. La hora representó un cierto desafío al realizarse cerca de las 10 p.m. en un día de semana, pero el dúo deslumbró con su impresionante trabajo y en una pasarela tan estrecha que todos tuvieron oportunidad de verlo de cerca. Tan de cerca, de hecho, que los vestidos más anchos a menudo rozaron las piernas de los espectadores mientras las modelos caminaban.
La principal atracción fue la supermodelo Bella Hadid, que inauguró el evento en un acogedor abrigo azul de lana de cachemira, combinado con un cuello tortuga vino tinto, blusa de seda y pantalón de lana.
Como en cualquier desfile de De la Renta, ese look casual dio paso a trajes de fiesta lujosos y elaborados y en su segundo acto Hadid, que naturalmente cerró el show, lució una extravagante capa de plumas fucsia sobre un minivestido del mismo a juego. Los diseñadores volvieron a sacar a Hadid al final para que los acompañara a saludar al público.
A lo largo del desfile se presentaron una variedad de estilos centrados en un mismo tema que comenzó con el poema de Johann Wolfgang von Goethe de 1797 “The Sorcerer’s Apprentice” (“El aprendiz del brujo”) y que también se inspiró en el famoso baile de máscaras blanco y negro de Truman Capote en 1966. Hubo referencias a Caravaggio (especialmente las flores) e incluso a “Fantasía” de Disney. La meta, escribieron los diseñadores en las notas del desfile, era “capturar el encanto de una noche mágica y el sentimiento fugaz de una ocasión única en la vida”.
Entre los looks más contemporáneos, hubo botas altas, blusas de seda con lazos en el cuello y pantalones de lana. Las combinaciones de colores fueron audaces, como en el caso de unos pantalones rosa con abrigo rojo en tonos brillantes.
Las flores fueron un tema recurrente. Aparecieron en abrigos de lana, blazers y un suéter tejido estilo pescador combinado con una amplia falda rosada y botas altas verdes.
Pero los atuendos más elegantes fueron lujo puro. Entre ellos hubo un vestido “pirotécnico” que se veía exactamente cómo suena: largo y brillante, con cristales formando un patrón de fuegos artificiales.