El artista visual Nacho de la Vega presentó el libro «Talavera Fragmentada; el arte de México. Humanidad Cuántica, de la fractura a la perfecta unidad», el primero en su haber y como resultado de un concepto que empezó con un diseño de niños jugando sobre esferas y con aves en las manos, hecho con pedacería de talavera e inspirado en Gaudí.

Esto después fue tomando un tono filosófico equiparado con el hombre, un ser que tiene muchos dones y estos se conceptualizan en los fragmentos de talavera, con sus diversos colores y tamaños. El hombre como la talavera es frágil y se rompe, pero puede reconstruirse dando como resultado una figura hermosa, convirtiéndose en una unidad más fuerte que la anterior.

El concepto de Humanidad Cuántica lleva a profundizar sobre la ciencia, en especial sobre el la Física Cuántica, área que estudia las partículas subatómicas y los elementos que forman los átomos hasta llegar al quantum, cantidad más pequeña de energía requerida para llevar un electrón de una capa de energía a otra superior, para ascender al siguiente nivel.

Y el cerebro humano también trabaja de este modo, es la máquina más perfecta que existe en el universo y ahí se forman los pensamientos que transcienden barreras y llegan más lejos, al universo de la conciencia, lo que ha permitido todos los avances tecnológicos, físicos, culturares.

El titulo entonces, dijo el autor, simboliza la transición de la talavera fragmentada, que son todos los dones y maravillas del hombre, pero también su fragilidad, hacía la humanidad cuántica, todas las dimensiones más allá de lo previsto por el mismo hombre. Es un signo visible que nos abre a una realidad invisible. Es un mensaje a la humanidad a darnos cuenta que estamos inmersos en una conciencia maravillosa que sostiene todo lo que existe. Nada puede existir si no hay conciencia.