El cine se ha convertido en la forma de arte más importante del mundo, pero al mismo tiempo es una orgía de intereses que conviven en la misma cama: tiene principios poéticos, pero simultáneamente es una prostituta que te cobra dinero, aseguró el cineasta Alejandro González Iñárritu.

El ganador del Oscar por The Revenant y Birdmand advirtió que las tendencias que actualmente impone la narrativa rápida que se hace para los proyectos de «streaming», como las series, han influido en la forma de hacer y ver el cine, pues su función es mantener al público constantemente cautivo y entretenido.

En declaraciones a Variety, González Iñárritu explicó que el Séptimo Arte «necesita mucha más contemplación, un poco más de paciencia, debe ser un poco más misterioso, más impenetrable, más poético y conmovedor”.

El realizador, quien recibió el Corazón de Honor en el Festival de Cine de Sarajevo, señaló que antes las películas exploraban diferentes formas de contar historias intentando evolucionar el lenguaje y ahora eso ha desaparecido, “son películas que esperan ser un éxito. A eso se suma la experiencia de la televisión en ‘streaming'».

Está cambiando tan rápido que ahora las películas tienen que complacer de inmediato a la audiencia. Tienen que ser globales y tienen que ganar mucho dinero, por lo que ahora se convierten en un comercial de ‘Coca-Cola’ que tiene que complacer al mundo. ¿Qué pasará con las generaciones más jóvenes que no podrán entender que una película puede ser poética, impenetrable o misteriosa?”, dijo.

Señaló que el cine se ha amplificado en distintas direcciones, pero “cada vez es más radical. Los poetas radicales hoy en día son realmente radicales –no mover la cámara, nada de narrativa ni trama”.

Y del otro lado del espectro, dijo, se encuentran “los mercenarios del dinero” que solo quieren, “¿cómo dicen en los estudios de cine de Estados Unidos? Le llaman ‘se contentan con ‘llenar la tubería.’ Así es como lo consideran en los estudios”.

Otro de los desafíos a los que se enfrenta el cine es “la dictadura del algoritmo”, pues los servicios de «streaming» “son manipulados por algoritmos diseñados para alimentar a la gente de lo que le gusta”.

Y ensanchan esos gustos, cuando tomamos decisiones, nos dan más de lo mismo. El problema es que los algoritmos son muy listos, pero no son creativos y no conocen lo que ni siquiera la propia gente sabe que le gusta”, finalizó.