Puedes mentirle a quien quieras menos a ti, pues la mayoría de las veces solo TÚ sabes cuando estás mintiendo. Pero, te pregunto, ¿Al menos te das cuenta la cantidad de mentiras que dices al día? ¿Cuántas diferentes personalidades tienes? ¿Cuántos tipos de máscaras coleccionas para abordar a lo que tu EGO clasifica como diferente importancia de seres? Sé sincero. Sabes perfectamente que tu voz, tu palabra, tu intención, tu interés, tu energía muchas veces cambia dependiendo a quien tienes enfrente. Tu expresión programada se modifica si es una conversación con tu madre, o si es tu amante. Si es tu jefe, o si es un conductor de taxi. Si es la persona a quien le quieres vender algo, o si es un simple mortal caminando en la calle. La pregunta es: ¿Para qué lo haces? ¿De qué te sirve? ¿Te sientes bien haciéndolo?

La realidad es que la mayoría de las veces ni cuenta nos damos de los cambios que se dan en nuestro psique. Y si nos llegamos a dar cuenta es en el justo momento que nos estamos poniendo o quitando la máscara, pero poseídos dentro de un sistema reactivo al que estamos tan acostumbrados y acomodados que creemos no poder vivir de otra forma. Consideramos normal el modificar nuestro trato en consideración de la persona con quien interactuamos, pues el miedo a estar fuera de control, a ser descubierto a nuestra verdadera esencia, o el no poder encajar en cierta tribu, se vuelve abismal para la mente. Son los programas que absorbimos desde niños pero jamás nos enseñaron. Son los ejemplos que inconscientemente nos comimos y que ahora, día a día, vomitamos o digerimos. Se trata de auto observarnos y hacerlos conscientes.

La mente funciona como un repetidor de información. Repetimos en nuestra vida los hábitos que percibimos a nuestro alrededor, y así sin darnos cuenta nos vamos convirtiendo en lo que constantemente pensamos, decimos y hacemos. Vamos transformándonos en ángeles o monstruos insoportables, muchas veces para nosotros mismos.

Hoy, pregúntate, ¿Quién eres detrás de esas máscaras? Siéntete. ¿Puedes intentar el abordar a otro ser humano desde esa persona que sólo tú conoces? , ¿Puedes darte la oportunidad de descargarte de esa obligación impuesta de forzosamente caerle bien a alguien?, ¿Puedes darte el regalo de simplemente SER lo que mejor sabes SER? Como dice una gran amiga “Calipso”, nuestro verdadero poder reside en ser la misma persona en lo público y lo privado.

Inténtalo. Quizás te sorprendas y solo sonríes. Pues muchas veces te darás cuenta, que la autenticidad no tiene mucho que decir. Y mucho menos, nada que demostrar.

Por: Roberto Zatarain Leal

robertozatarain@gmail.com