El universo del colegio «Las Encinas» ha hecho de Élite una de las series que más han seducido a la audiencia, en la que el vestuario, según explica su directora Cristina Rodríguez «sin prejuicios y envuelto en papel de celofán», juega un rol especial y se convierte en un trampolín de marcas emergentes hechas en España.

«En las series y el cine estamos acostumbrados a que la historia predomine sobre la estética, pero con la estética también contamos historias, y esto es algo que a la gente de ahora le interesa muchísimo», explica Cristina Rodríguez, directora de vestuario de Élite sobre el vestuario de la serie, tan aclamado como la propia trama.

Para la nominada en seis ocasiones a los Premios Goya por el mejor diseño de vestuario Cristina Rodríguez (Benidorm, 1969), la definición que más se acerca a retratar el vestuario de la serie Élite es «envuelto en papel de celofán». Un producto que debuta en España al presentar un vestuario que atesora tanta importancia como la trama, algo «poco habitual».

La estilista explica que en la serie «se manejan códigos que en España no se han hecho antes», algo que que compara a nivel estético con la serie estadounidense Sexo en Nueva York. «Una de las cosas más interesantes de Sexo en Nueva York es su envoltorio, porque la distingue. La estética llega a ser tan importante como la trama, y eso a veces es difícil de asumir», desgrana.

«En las pantallas a veces tenemos complejos al retratar a la clase alta. Nos da miedo que el espectador no se identifique», apunta la estilista, que remarca la necesidad de evolucionar en este aspecto, algo que afirma es posible cuando la historia «está bien planteada y contada», como considera es el caso de Élite.

Para realizar el vestuario de la ficción, asegura no haber tenido «complejos ni prejuicios» a la hora de configurar la estética de los distintos personajes de esta clase social. «Cuando tienes prejuicios no eres buen creador», apostilla insistiendo en evolucionar hasta otro tipo de códigos en los que la estética cobre protagonismo sin pasar inadvertida.

«Los espectadores de ahora viven en el mundo de las redes sociales, donde todo es mucho más aspiracional» señala sobre los elaborados y ostentosos estilismos de los personajes, posicionando Élite como una ficción «que muestra lo que nos hubiera gustado ser o hacer, algo interesante que diferencia la serie de otras».

De los mismos creadores que la serie de finales de los noventa «Al salir de clase», Élite comparte esta misma trama de adolescentes y su día a día en un instituto, pero se diferencia precisamente en ese componente aspiracional. «Mientras que «Al salir de clase» era naturalista y de fácil identificación, Élite es el anhelo».

Fastuosos y minuciosos estilismos presentan así prendas de grandes firmas de lujo como Yves Saint Laurent que conviven con firmas emergentes españolas como Rubén Galarreta, Mnlo Shop, 404 Studio o Lovely Disgraze, muchas de ellas debutantes en el espacio destinado a jóvenes creadores de la semana de la moda de Madrid.

«Hemos hecho una búsqueda de firmas por todo el mundo, desde Canadá a Croacia o Australia», apunta Rodríguez sobre el proceso de búsqueda de prendas para el vestuario, del que también forman parte firmas españolas consolidadas como Pronovias, Pertegaz o Yolancris.

«Los creadores que empiezan tienen una explosión de creatividad y hacen locuras, las mismas que queremos hacer nosotros, por eso son los diseñadores que más nos han encajado», apunta sobre estas firmas emergentes que, a diferencia de los asentados, «están en un momento en el que arriesgan por la creatividad frente a las ventas», indica.

La estilista y su equipo conformado por diez personas llegaron a estas firmas «indagando muchísimo» en Internet, y una vez localizadas optaron por ellas sin dudarlo. «Nos daba lo mismo donde estuvieran o los seguidores que tuvieran en redes. Si nos gustaba, lo cogíamos», indica.

El secreto de los estilismos reside en un equilibrio que la creadora conforma a partir de diferentes prendas. «También usamos Inditex, y prendas básicas de 30 euros que complementamos con accesorios de 500, envolviendo piezas que no son caras en lujo», dice sobre un proceso de preparación que afirma dura por norma general un mínimo de ocho semanas.

A medida que la serie genera nuevas temporadas, también crece la popularidad por ésta y su vestuario, algo que no intimida a Rodríguez. «Me es más fácil ir a más que a menos. Para mí más es siempre poco, y estoy harta de menos es más», apostilla sobre un trabajo que define como «totalmente vocacional». «Las series son como hijos, si lo hacemos mal nos duele el corazón».