La actriz mexicana Cassandra Sánchez-Navarro se confiesa una amante del teatro al igual que su linaje de reconocidos actores, pero cuando se trata de elegir entre el cine y la televisión prefiere las series, aunque en la actualidad su trabajo se centra en varias películas.

«El teatro es mi número uno, pero si tengo que escoger lo que está detrás de un lente elegiría la tele. Tener la oportunidad de trabajar en una serie te da la oportunidad de construir un personaje por mucho tiempo, de lo contrario siento que entro y salgo de los proyectos muy rápido», asegura.

Ello explica la evolución de su personaje «Chisca» en la serie de Netflix «El dragón: El regreso de un guerrero», que esta semana volvió a las pantallas de Las Estrellas para la transmisión de su segunda temporada.

«Soy fan de Arturo Pérez-Reverte y me enamoré de ‘Chisca’ tres años antes del ‘casting’ de ‘El dragón’. Yo me conecté con ella y sentía que tenía que contar esa historia, que tenía que dar voz a ese personaje», dice la actriz.

Una mujer fuerte, cambiante y conflictiva es a la que Cassandra se enfrentó: «autodestructiva, envidiosa, adicta y cleptómana«, describe.

«Mi intención nunca fue victimizarla, ni hacerla mala, ni que ella supiera que era autodestructiva, siempre la vi por lo que era y me daba mucha compasión y empatía», asegura.

De su personalidad no solo tuvo que afrontar cuestiones internas, si no también físicamente vivió un cambio radical para interpretarla.

«En ese entonces estaba grabando una serie con Fox y tenía el pelo largo y rubio, me lo cortaron y en 48 horas empezamos a grabar, fue muy grande el ‘shock’, al meterme en el personaje inmediatamente por el cambio de ‘look'», revela.