Vasconcelos simboliza una de las figuras más prominentes de la historia política y cultural de México. Incansable y apasionado promotor cultural, filósofo, político, humanista, funcionario público, intelectual, revolucionario, educador e incluso místico. Vasconcelos tuvo un sueño utópico para muchos: “La raza cósmica”, una quinta raza resultado y convergencia de todas las razas del mundo, destino unificador y definitivo de la humanidad a través del mestizaje.
Originario de la ciudad de Oaxaca, Oaxaca, donde nació el 27 de febrero de 1882. Vivió poco tiempo en su ciudad natal; después residió en Piedras Negras, Coahuila. Viajó por varias ciudades del país y en el Instituto Campechano hizo sus estudios elementales.
En la ciudad de México ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria y posteriormente a la de Jurisprudencia. Abogado en 1907, perteneció a la generación del Ateneo de la Juventud. En 1908 se unió al movimiento revolucionario de Francisco I. Madero, opuesto a la dictadura del general Porfirio Díaz. Presidió el Ateneo de México en 1909 y participó en el movimiento revolucionario de 1910. Se afilió al maderismo y participó en el villismo.
Fue titular de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes por un período muy breve, del 7 de diciembre de 1914 al 15 de enero de 1915, en el gabinete del presidente Eulalio Gutiérrez.
Tras pasar algunos años en el exilio, al triunfar la revolución mexicana fue nombrado titular del Departamento Universitario y de Bellas Artes del 9 de junio de 1920 al 12 de octubre de 1921. Cabe aclarar que “la aprobación de una nueva Constitución Política en 1917 repercutió en la vida de la Universidad: desapareció la Secretaría de Instrucción Pública, que fue sustituida por el Departamento Universitario y de Bellas Artes… cuyo radio de acción estaba limitado al Distrito y Territorios Federales, al igual que la desaparecida Secretaría, y cuyo director sería rector de la Universidad». Como rector propuso y fue aceptado el famoso lema que identifica a la hoy Universidad Nacional Autónoma de México, Por mi raza hablará el espíritu.
De 1921 a 1924 desarrolló una extraordinaria labor como secretario de Educación Pública.
Organizó la Secretaría en tres departamentos: Escolar, de Bellas Artes y de Bibliotecas y Archivos, asimismo impulsó la educación popular, creó bibliotecas y celebró con gran éxito la primera Exposición del Libro en el Palacio de Minería; agotó un amplio programa de publicaciones, editó una serie de clásicos de la literatura universal, la revista El Maestro y el semanario La Antorcha, aprovechó a educadores extranjeros como Pedro Henríquez Ureña y Gabriela Mistral; hizo otro tanto con economistas como Alfonso Goldschmidt. Asimismo, estableció las escuelas rurales en el campo con el fin de unificar el país culturalmente; entre ellas destacan las Casas del Pueblo (la escuela rural), que convocaron a las comunidades a un esfuerzo de alfabetización, instrucción de diversas habilidades y conocimientos y de un desarrollo de la vida social, mejorando las técnicas de producción, formando con sus propios medios a los maestros rurales quienes dieron vida a las Misiones Culturales instituidas en 1923.
La pintura mural mexicana adquirió trascendencia y calidad universal gracias al entusiasmo de Vasconcelos, al ofrecer a pintores mexicanos y extranjeros como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro y Jean Charlot, los muros de los edificios de la nación.
Después de renunciar al cargo de secretario de Educación Pública, en 1924 pasó a la oposición y presentó su candidatura a la gubernatura del estado de Oaxaca, donde resultó derrotado y se exilió del país, para regresar en 1928 y contender por la Presidencia de la República y, ante lo que sus partidarios consideraron un fraude electoral, proclamó una insurrección armada que no tuvo éxito. Después de las elecciones presidenciales de 1929, redactó y publicó cuatro libros que son su crónica autobiográfica: Ulises Criollo, La tormenta, El Proconsulado y La Flama. Volvió a marchar de México, donde regresó en 1940 para dirigir la Biblioteca Nacional.
Ingresó en el Colegio de México el 8 de abril de 1943 como miembro fundador. En 1953 fue elegido miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua.
Falleció en la ciudad de México el 30 de junio de 1959.