Se cumplen 20 años del estreno de la película «Coyote Ugly»
Hace ya 20 años que se estrenó en EE.UU. la popular película «Coyote Ugly» que giraba en torno a los estragos de la joven Violet, una aspirante a cantautora de Nueva Jersey que se mudó a Nueva York para buscarse la vida y que acabó trabajando en un bullicioso bar en el que la barra, de cuando en cuando, se convertía en escenario de animados bailes.
La cinta llegó a los cines el 4 de agosto del 2000, y aunque las críticas no fueron amables con el largometraje, en las que fue descrito como «desalmado», acabó recaudando 113 millones de dólares en taquilla y quedó grabada en la memoria de muchos jóvenes.
La actriz Piper Perabo fue la que se puso en la piel de la protagonista, mientras que sus compañeras de barra las interpretaron Tyra Banks, Bridget Moynahan e Izabella Miko.
«Es muy gracioso. Salgo en la película brevemente, pero me siento muy conectada a su legado», dijo Tyra Banks, de 46 años, al diario New York Post. «Veo la pantalla y me digo ‘¿Quién es esa chica? Porque ahora es mucho más sabia y… más ancha. Con curvas'», agregó.
Y aunque Maria Bello ha interpretado a decenas de personajes tanto en televisión como en el cine, asegura que la mayoría de las veces que la paran en la calle es por «Coyote Ugly».
«Realmente creo que es una película que viaja a través de las generaciones. No sabía cómo de enorme se volvería y que se convertiría en una película de culto», confesó Bello en declaraciones al medio.
Liliana Lovell, la dueña del bar «Coyote Ugly» original, sobre el que está basado la película, confiesa sin embargo que la ha visto una sola vez en si vida, pese a que ha llevado a que este establecimiento, situado en el este de Manhattan, se haya convertido en una franquicia internacional con 29 locales por todo el mundo.
Lovell, de 52 años, asegura que lo único en lo que se parece la película a la realidad de su bar es en las chicas y la bebida, ya que el ambiente festivo que aparece reflejado en la cinta ni se acerca a lo que se vivía diariamente en su establecimiento neoyorquino.
Pero sí, confiesa la dueña, «en ocasiones» empapaba con un chorro de alcohol a todo aquel que se atrevía a pedir agua en su bar, y prendían fuego a la barra de cuando en cuando, como refleja la película.