Anton Yelchin murió en un raro accidente a los 27 años, pero un nuevo documental busca devolver el foco a la extraordinaria vida del actor.

«Love, Antosha», que se estrena el viernes en Estados Unidos, debutó a principios de año en el Festival de Cine de Sundance en Park City, Utah, donde fue recibido con lágrimas y aplausos. Sus padres, Viktor Yelchin e Irina Korina, la fuerza impulsora detrás del documental, estuvieron presentes.

La película es un homenaje sentido e inusualmente revelador a la persona creativa y de personalidad fuerte que fue Yelchin. Es narrada a través de videos caseros, material de archivo, cartas personales y entrevistas a quienes lo conocieron, desde sus compañeros de «Star Trek» Chris Pine, John Cho y J.J. Abrams, hasta Jennifer Lawrence, Martin Landau y Kristen Stewart, quien dijo el actor en cierto modo le “rompió el corazón» a los 14 años. Se trata de un retrato complejo de un artista al que le gustaba tomar fotos provocadoras en clubes de sexo en el Valle de San Fernando al tiempo que lidiaba, sin el conocimiento de sus amigos más cercanos, con una fibrosis quística.

Estamos tratando de continuar su legado y queremos que la gente sepa más sobre él no sólo como actor, como músico, como fotógrafo y como pensador, amigo y un hijo hermoso», dijo Viktor Yelchin en una entrevista esta semana.

Los Yelchin dijeron que quedaron satisfechos con la cinta, que revela complejidades de la vida de su hijo que pocos conocían.

Yelchin murió en el 2016 cuando su automóvil rodó en el estacionamiento de su casa y lo aplastó, llevando a sus padres a empezar a recolectar material e incluso realizar entrevistas a personas que lo conocieron cuando estaban en la ciudad. Para cuando el director Garret Price se sumó al proyecto, dijo que «el 50% ya estaba hecho».

Price decidió usar las cartas de Yelchin como recurso narrativo para enmarcar una historia del paso a la madurez a través de sus ojos. En el documental, el actor Nicholas Cage lee las cartas.

El reto de una historia como esta es que al final termina en tragedia, pero yo no quería hacer una historia trágica», dijo Price. «Quería hacer una historia inspiradora».

Editor de profesión, Price nunca conoció a Yelchin y tampoco trabajó antes como director. El productor de «Love, Antosha» Drake Doremus, quien fue muy cercano a Yelchin y lo dirigió en «Like, Crazy», pensó que un ojo más objetivo sería bueno para el filme.

  • El documental no es de ninguna manera para un público general ni está narrado a través de lentes rosa. Ahonda en sus ansiedades creativas y personales del mismo modo en que celebra su talento.

Crédito a sus padres, ellos fueron muy directos y dijeron ‘queremos darles completa autonomía para contar la historia’. No hubo presión para deificar a Anton por hora y media», dijo Price. «He hecho documentales donde los herederos han estado involucrados y se presentan retos para mostrar al sujeto de la mejor manera posible. Pero esto lo humaniza y lo hace cercano».

Price dijo que Yelchin se estaba preparando para hacer público su diagnóstico de fibrosis quística. Lo escondió por mucho tiempo porque «no quería que la gente sintiera lástima por él». Pero se dio cuenta de que quizás podría ayudar a otros que estuvieran pasando por lo mismo dejándoles saber.

La película se hizo con algo de apremio, pero Price dijo que todos estaban motivados a mantener a Yelchin en la mente del público.

Fue algo que quisimos hacer rápido porque el mundo en que vivimos se mueve muy rápido», dijo Price. «Simplemente no queremos que él sea olvidado nunca».