El papel del arquitecto es fomentar en las personas la comprensión del espacio. El arquitecto es un tanto artista, activista cultural, creador de colectividad y paz. Por ello, su trabajo debe basarse en conceptos como el de calidad de vida, bienestar y desarrollo humano.
Actualmente, existen modelos de desarrollos arquitectónicos enfocados al bien común de la humanidad. La arquitectura participativa es uno de esos modelos. Inicialmente, el término “participativo” pareciese caer en una reiteración de lo obvio, pues la arquitectura contempla al ser humano como su razón de ser y objetivo final.
La arquitectura cobra valor en tanto es apropiada por el hombre que la habita. Sin embargo, y tal como lo afirma la crítica de la reconocida estadounidense Ada Louise Huxtable, la arquitectura contemporánea se ha venido separando lentamente del hombre común, creando una brecha entre práctica profesional y realidad cotidiana.
En esta época, pareciera que los grandes proyectos arquitectónicos olvidan el motivo de su existencia y se entregan a la exaltación de lo formal y tecnológico. En este contexto, la arquitectura participativa se presenta como un fenómeno en contraste con los provocativos y costosos proyectos de renombrados arquitectos internacionales.
Por lo anterior, el arquitecto no debe olvidar el derecho que todo habitante tiene en el planeta, el disfrutar y ser parte de los beneficios y avances de la humanidad. Su trabajo debe realizarlo pensando en las necesidades de la sociedad y progreso de la misma; cumpliendo con elementos que apoyen al medio ambiente y que generen armonía.
POR: Arq. Marianne D. Flores
INSTAGRAM: @yomariannelo
FOTOGRAFÍA: Especial