En una Puebla bañada de luces y secretos, Ágatha Ruiz de la Prada llegó para desenredar, a su manera, los hilos de su historia. A través de su libro, la aclamada diseñadora española desnudó con cada palabra su vida y trayectoria, dibujando un camino de audacias y tropiezos, revelando cómo el color y la extravagancia le sirvieron de brújula en un mundo que suele rendirse al gris. Y cuando las palabras se agotaron, llegaron las telas, los volúmenes, ese estallido de fi guras propias de una de las mentes más creativas de la industria de la moda.

Con más de cuarenta años de carrera, Ágatha es mucho más que color y estilo. En sus diseños vive una conciencia ambiental, una defensa apasionada de la sostenibilidad.
Materiales y procesos ecológicos son ya parte de su firma. Para la diseñadora, la moda es un arte que va más allá de las tendencias; es una forma de identidad, una bandera que ondea a favor de la autenticidad.

Con su inconfundible estilo, la creadora española presentó su libro “Mi historia”, una obra que, como ella, es colorida, desenfadada y auténtica. En una atmósfera íntima, Ágatha abrió su corazón y compartió pasajes de su vida y carrera, un viaje que ha desafiado la sobriedad de la moda y ha redibujado los estándares del diseño.

La pasarela fue un espectáculo único: faldas tableadas, vestidos camiseros y esos icónicos corazones que hablaron de autenticidad, identidad y, sobre todo, felicidad. A su alrededor, medios, figuras públicas y amantes de la moda miraban como niños ante un mundo de fantasía hecho realidad.