VINO CENIZA Y GASTRONOMÍA POBLANA: El maridaje perfecto

 

Ceniza… en la memoria

-Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria- Jorge Luis Borges.

 

Bajo el cielo de Atlixco y custodiado por el Volcán Popocatépetl, que constantemente exhala con fuerza su aliento de fuego, nace Ceniza, del Viñedo Santo Domingo, un vino que guarda en su cuerpo la memoria de más de 400 años de historia. A principios del siglo XVI, en La Villa de Carrión, que actualmente es Atlixco, se cultivaron los primeros viñedos de América. Este fértil lugar vio llegar desde Europa, las primeras vides, traídas por manos que buscaban en esta tierra el reflejo de una patria lejana. En cada brote, la ceniza volcánica se entrelaza con la historia, creando una alianza secreta entre la tierra y el fuego. El volcán, en su vigilia constante, deposita su huella mineral en el suelo, como un pacto de silencio entre la montaña y la vid.

Este vino que se nutre de la tierra fértil de suelos cubiertos de ceniza, nacido del abrazo entre el volcán y la vid, es un espejo líquido donde el pasado se refleja en cada sorbo. Es un vino que respira la historia de Atlixco, la persistencia de la Villa de Carrión, y la fuerza dormida del Popocatépetl. La ceniza, convertida en esencia, traza en el paladar la geografía del tiempo, dejando en su estela un rastro de fuego y roca, de tierra que se renueva en cada cosecha. Y es esa ceniza, mineral y densa, la que imparte al vino su carácter único.

Antecedentes históricos

El origen del vino en Atlixco y en el estado de Puebla tiene sus raíces en la época colonial, cuando los españoles introdujeron la viticultura en México. Al llegar los conquistadores al Nuevo Mundo, trajeron consigo vides europeas con la intención de producir vino para el consumo personal y, sobre todo, para las ceremonias religiosas.

 

El valle de Atlixco, antiguamente Villa de Carrión, debido a su excelente clima y fértil tierra, fue una de las áreas en donde la vid se cultivó por primera vez en América. Los frailes y misioneros desempeñaron un papel crucial en este proceso, ya que estaban interesados en asegurar el suministro de vino de consagrar. Sin embargo, la corona española prohibió la viticultura en Puebla, trasladándose esta al norte, a la región de Parras, Coahuila.

Resurgimiento del vino en Atlixco

El Viñedo Santo Domingo nace en 2008 como un proyecto que inició el empresario y visionario, Domingo Minutti, orgulloso Atlixquense y amante de Puebla, de la buena comida y el buen vino. La idea de un vino poblano surge a raíz de una plática con el destacado enólogo Agustín Bertheau, quien comenta que los primeros viñedos de América fueron plantados en la Villa de Carrión. Posteriormente, la idea se consolida durante una visita al Valle de Guadalupe, donde Dominigo Minutti conoce al gran enólogo   Hugo D´Acosta, a quien le comparte la inquietud de plantar nuevamente vides en Atlixco. De esta manera, el destacado enólogo se suma con entusiasmo a dicho proyecto.

Desde sus inicios, en el Viñedo Santo Domingo se plantaron vides de cepas francesas y americanas de la variedad Malbec. En 2014, se realiza la primera cosecha, misma que se vinifica y embotella con el nombre de Vino Tinto Mingo, sin embargo, no se logró encontrar su mejor expresión. Después de varios años y cosechas y de varios intentos por obtener un vino tinto mejor logrado, y de entender mejor el clima, la tierra de la región, y sobre todo las horas sol que se tienen durante los meses de mayo y junio; se decide dar un vuelco para preparar nuestras uvas Malbec a punto exacto para buscar elaborar un gran vino rosado. De esta manera, en 2019 se tuvo una primera cosecha de vino rosado, mismo que presentó una explosión floral y frutal. A partir de ese año, y observando los excelentes resultados, el Viñedo Santo Domingo se enfocó a producir el mejor vino Poblano, mineralizado por las cenizas del volcán Popocatépetl, mismas que lo dotan de características únicas y de donde hereda su nombre.

En 2021 se suma al proyecto la interiorista y comunicóloga Kato Lopezclares Ollervides, quien se da a la tarea de diseñar la cava, bodega e imagen del viñedo, junto con Domingo Minutti.  Después de cierto tiempo, se propuso el nombre del viñedo Santo Domingo, en honor al abuelo “Domingo Stefanoni” hijo de migrantes italianos que vinieron a Puebla en 1882 a trabajar la tierra de la que después se enamoraron. Con el tiempo y luego de visitar varios viñedos, Kato se da cuenta, luego de pensar algunos nombres, que el distintivo del vino era la misma ceniza, de manera que se abraza el nombre que el mismo volcán en alguna exhalación regaló.  Finalmente se lanzan al mercado el primer par de vinos, Ceniza D´ Volcán y Ceniza Rosato Brut. Actualmente se está produciendo en mayor medida el Rosato Brut que ha tenido un gran éxito.

Posicionamiento de Ceniza Rosato Brut

Por su excepcional calidad y características únicas heredadas de las cenizas del suelo volcánico de la región del Valle de Atlixco, el vino Ceniza esta hoy por hoy encartado en los mejores y más representativos restaurantes de Puebla, como La Noria, El Mural de los Poblanos, Casa Reyna, Casa del Mendrugo, El Sombrero, Restauro de los Sapos, Intro, Augurio, La Distral, San Marco (Atlixco, Puebla), Alquería de Carrión (Atlixco, Puebla), Palmira (Atlixco, Puebla) y Casa de la Audiencia (Atlixco, Puebla)

Vino poblano para gastronomía poblana: El maridaje perfecto

Ceniza: El Primer Vino Rosado Poblano que Nace del Volcán y Abraza la Gastronomía de su Tierra

En el corazón del Valle de Atlixco, donde la tierra respira ceniza y la tradición se mezcla con la innovación, nace un vino único: Ceniza, el primer vino rosado brut poblano. Este vino no solo es una obra maestra enológica, sino un reflejo del carácter volcánico de su terruño. Criado en las fértiles tierras mineralizadas por el Popocatépetl, Ceniza captura en cada burbuja la esencia de un paisaje que combina la majestuosidad de la naturaleza con la riqueza cultural de Puebla.

Ceniza es el resultado de la unión de dos malbecs excepcionales, una fusión de uvas francesas y californianas que, cultivadas y cosechadas en el Valle de Atlixco, adquieren un perfil único gracias a la influencia del mineral volcánico. Su crianza en cava le otorga un carácter sofisticado, que se revela en un color durazno suave, una nariz corta pero precisa, y una boca envolvente que estalla en sabores frutales de manzana, pera y un delicado toque de vainilla. Las burbujas finas de Ceniza acarician el paladar, ofreciendo una experiencia sensorial que se eleva con cada sorbo.

Pero lo que realmente distingue a Ceniza es su capacidad y versatilidad para maridar a la perfección con la gastronomía poblana, haciendo de cada comida una experiencia inolvidable. Su carácter mineralizado y sus notas frutales lo convierten en el acompañante ideal para los emblemáticos chiles en nogada, donde su frescura contrasta y complementa la complejidad de sabores de este platillo icónico. Asimismo, Ceniza realza el sabor profundo del mole poblano, equilibrando la intensidad del cacao y los chiles con su finura burbujeante.

Para quienes buscan explorar más allá, Ceniza también es un excelente compañero para el adobo y los pipianes, resaltando las especias y los sabores terrosos de estos platillos tradicionales sin abrumar el paladar.

En un mundo donde cada vino cuenta una historia, Ceniza es el relato de un volcán que, con su aliento mineral, ha dado vida a un vino que celebra las raíces de Puebla, invitándonos a descubrir la riqueza de su gastronomía en cada copa.

Viñedo Santo Domingo

Ubicado en el corazón de una tierra rica en historia y belleza natural, el Viñedo Santo Domingo ofrece un escenario inigualable para celebrar los momentos más importantes de la vida. Este viñedo no solo es un lugar donde se cultivan uvas excepcionales, sino un espacio pensado para la celebración, donde cada rincón está diseñado para crear recuerdos inolvidables.

El Viñedo Santo Domingo no es solo un lugar para eventos; es una experiencia sensorial completa, donde la belleza del entorno y la calidad del vino se combinan para ofrecer un entorno excepcional para cualquier ocasión especial.