Kelly Osbourne, de 36 años, tuvo una importante recaída durante la pandemia que la obligó a buscar ayuda en un centro de rehabilitación y encontrar un tratamiento mucho más efectivo para tratar su alcoholismo. La conductora dejó Los Ángeles para internarse en Austin, Texas, lejos del bullicio del mundo de Hollywood, el cual planea dejar una vez que se recupere.

Para nadie ha sido un secreto que la adicción de la hija de Ozzy y Sharon Osbourne comenzó a los 13 años. Kelly admitió que después de una operación para extirparle las amígdalas le recetaron Vicodin y fue entonces cuando conoció los opioides. Desde entonces, ha atravesado por fuertes crisis tanto emocionales como físicas para poder enderezar su vida.

Kelly ha estado en rehabilitación en siete ocasiones siendo la primera cuando tenía 19 años. En 2018, la estrella del reality The Osbournes compartió orgullosa que había cumplido cinco años sobria sin embargo, el encierro provocado por la pandemia la llevó de nuevo al límite.

Una fuente cercana a la familia afirmó que la hija del rockero no pudo con los problemas familiares. “Ozzy sufre Parkinson y tiene un daño nervioso insoportable. El escándalo de Sharon, su madre, tras la salida del programa The Talk tuvo un impacto tremendo en ella”, aseguró a Radar Online. Y Kelly fue honesta al confesar su recaída en el programa Red Table Talks a principios de este año.

Osbourne admitió que cuando los restaurantes y hoteles comenzaron a abrirse de nuevo, se topó con una nueva realidad. “Estaba sola, sentada junto a la piscina viendo como una pareja tomaba una copa de champaña. Pensé: ‘Yo también puedo hacer eso’. Al día siguiente, tomé dos copas y un día después fueron varias botellas”, reconoció la conductora.