El Festival de Cine Fantástico de Sitges se ha clausurado este domingo con una gala de entrega de premios con más invitados virtuales que presenciales, en la que el director David Lynch y muchos otros premiados han agradecido sus galardones con vídeos que han hecho llegar por internet.

«Estoy a punto de abrir mi premio», ha dicho Lynch desde la pantalla a los presentes en el Auditori de Sitges, mientras desembalaba la caja de la que ha extraído el Premio Honorífico del Festival.

«Muchas gracias a todos los que hacen posible este premio», ha afirmado Lynch en su mensaje a un público que le ha aplaudido con pasión, como si el realizador pudiera oirles.

El director del Festival, Ángel Sala, ha recordado que Lynch presentó en Sitges «Blue Velvet» y ha lamentado que no haya podido acudir este año al certamen.

«Hubiera sido una sorpresa positiva en un festival en el que ha habido muchas sorpresas negativas», ha añadido el director, en referencia a las limitaciones que ha impuesto el coronavirus y que han afectado al Festival, que ha tenido que modificar parrillas y reducir aforos cuando el certamen ya estaba en marcha.

El vídeo de David Lynch, que el realizador ha grabado en el mismo despacho desde donde lanza sus curiosos partes meteorológicos por internet, no ha sido el único en la gala.

El director de la película ganadora, Randon Cronenberg, ha enviado al festival un vídeo con sus palabras de agradecimiento, como también lo han hecho Romain Quirot, realizador del largometraje que ha obtenido el Méliès d’Argent de este año.

Tan sólo han recogido el premio presencialmente algunos cineastas locales con menos dificultades para desplazarse a Sitges, como el catalán Lluís Danés, que ha obtenido el Premio del Público por «La vampira de Barcelona».

Tras la entrega de premios, el Festival de Sitges se ha despedido hasta el año que viene con la proyección del clásico de David Lynch «El hombre elefante», una película fantástica y triste a la vez, como esta 53 edición del Festival de Sitges.

Triste porque el certamen ha tenido que reducir sus aforos a la mitad, aunque ha permitido a los que han podido asistir evadirse de la pandemia y viajar a otros mundos, en ocasiones nada amables, pero en todo caso, fantásticos.