«El Gran Fellove» es un documental hecho con los sentimientos, con el afecto que Matt Dillon profesó al cantante y showman cubano Francisco Fellove, con una admiración que llevó a este actor a situarse tras la cámara por segunda vez.

El intérprete estadounidense, que en 2006 recibió el Premio Donostia del Festival de Cine de San Sebastián, regresó al certamen español para presentar la historia de Fellove, al que quiso conocer cuando escuchó su música por primera vez hace más de veinte años.

«No podía creer que nunca hubiera oído hablar de él», dice Dillon al comienzo de la película, con la que el público podrá descubrir su faceta de coleccionista y experto en música cubana.

«El Gran Fellove», que forma parte en las Proyecciones Especiales de la Sección Oficial del Zinemaldia, cuenta cómo logró localizar al cantante en Ciudad de México en 1999 y cómo se embarcó con su amigo Joey Altruda, contrabajista de jazz, en la aventura de grabar un disco con él.

Fellove, nacido en La Habana en 1923 y fallecido en 2013 en México DF, tenía entonces 77 años y hacía dos décadas que no publicaba ningún álbum.

Había caído en el olvido y Dillon quiso recuperar a alguien que había formado parte del movimiento «filin» y que había innovado en su tiempo, influido por el jazz y los cantantes estadounidenses que, como Ella Fitzgerald o Louis Armstrong, hicieron un arte de la técnica del «scat».

El documental recorre la trayectoria de Fellove, pero se aproxima con ello a los músicos cubanos negros que abandonaron su país para buscar una vida mejor en México, donde se sintieron bien recibidos y no discriminados por su condición racial.

En 1999, Dillon captó muchos instantes de la grabación, que tuvo sus tensiones por las dificultades a las que se enfrentaba un hombre entusiasta, que podía encarnar «una orquesta en una sola persona», pero que hacía años que no había pasado por esa experiencia.

«Fue un disfrute estar con él, tenía una personalidad musical exhuberante. La música le salía por los poros, aunque en ese momento no sabía qué quería hacer con las imágenes», explicó el actor este martes en rueda de prensa.

Las dejó «reposar» y no fue hasta años después, tras una serie de encuentros sucesivos con el productor mexicano Carlos Sosa, cuando el documental empezó a tener visos de realidad.