El sofá del salón de Sam Barsky rebosa de decenas de coloridos jerséis amontonados que lleva tejiendo desde hace 21 años, la mayoría con motivos de lugares que luego visita y en los que se fotografía con su prenda cosida con paciencia en su casa de Baltimore para después difundirlo en las redes sociales.

En una entrevista telemática, para la que se ha vestido con un suéter con un motivo marítimo inspirado en algún lugar de la costa entre La Coruña y Vigo, en Galicia (España), Barsky explica cómo lo que empezó siendo un pasatiempo, se acabó convirtiendo en su modo de vida.

«Estaba asistiendo a una escuela de enfermería, porque quería ser enfermero. Pero, en aquel entonces, tenía problemas y no podía mantenerme de pie por mucho tiempo, por lo que dejé enfermería» dice, antes de confesar que «mirado en retrospectiva, estoy contento de lo que hice porque creo que no hubiera disfrutado siendo enfermero en tiempos de la COVID-19. Creo que hubiera sido demasiado para mí».

Transcurrían los últimos años del siglo XX y tras realizar algunos cursos de formación, incluidos de informática, Barsky decidió probar con las agujas de tejer, aunque confiesa que no le resultó fácil encontrar a alguien dispuesto a enseñarle el arte de tricotar.

«Mi primer instructor quería que empezara haciendo bufandas primero y luego suéteres, y entonces encontré otra mercería en la ciudad, cuyo dueño me dijo que podría empezar directamente haciendo jerséis», cuenta Barsky, que detalla que tras los dos primeros modelos, elaborados con lana de un solo color y sin ningún motivo decorativo, se lanzó a la aventura de hacer de sus prendas recuerdos de paisajes y, más tarde, souvenirs de viajes.

Rememora que su primera prenda con motivos la tejió siguiendo un patrón de la revista de costura de Vogue, que se llamaba el «mapa del mundo».

«Pero después de ese reto quería hacer algo incluso más difícil y no encontraba ningún patrón. Entonces pensé: ‘¿Por qué no hago yo mi propio diseño?», dice Barsky, que insiste en que los motivos que más le atraían eran los naturales.

Tras intentar elaborar varios bocetos sobre papel, se dijo a sí mismo que lo podía hacer improvisando, dirigiendo la lana con las pinceladas de las agujas tejedoras, y así lo hizo.