Nils Skoglund: Ciudad de México, 1953

Ingeniero Civil de profesión, pero con pasión por las artes. Nils Skoglund estudio ópera y música de joven, ente otras cosas. Se dedicó por un tiempo a cantar profesionalmente y con eso pagó su carrera. En 1972 empezó a escribir, tiene en su haber seis libros y unas 300 composiciones musicales. Está escribiendo actualmente dos novelas, ambas sobre casos de la vida real y está en busca de crear la Fundación Skoglund-Bucher, que a su vez dé pie para convertir su casa en un museo dedicado en gran parte a la obra de su difunta esposa, Paulina Bucher.

 

¿Cuál fue el último libro que escribió?

Se llama Estamos Sumidos Mexicanos, es una crítica histórica sobre lo que ha acontecido en México desde la Independencia hasta años después de la Revolución y habla de la corrupción como el primer eslabón que nos está fastidiando. Es una secuencia histórica y tiene una propuesta en el título, es “Estamos Sumidos Mexicanos” y sobre la palabra “Sumidos” dice “Unidos”, porque debemos estar unidos como parte de una solución. La portada fue pintada por Paulina Bucher.

¿Cómo está el plan de abrir un museo?

Mi esposa era la maestra Paulina Bucher (1952-2018), ella era pintora. También llegó a publicar un libro que se llama “La Ventura Creativa”. El espacio para el museo es la casa donde vivimos los dos. Mi deseo es hacerla un museo. Tengo unas 150 obras pictóricas de ella. Para esto hace falta voluntad política, que no hay, así que lo estoy haciendo a través de una fundación que voy a crear con el nombre Skoglund-Bucher.

Me acerque al estado, al gobierno, sobre todo creyendo que podría haber un cambio. Pero no veo una voluntad. A fin de cuentas la fundación buscará recursos a través de entes internacionales más sensibles a este tipo de proyectos. El asunto es que la única forma de que un legado trascienda es a través de una acción fuerte que tenga un compromiso social, porque tal vez si yo vendo estos cuadros, tenga una buena remuneración económica, pero el cuadro va a quedar colgado arriba de la chimenea de un personaje y no va a llegar el mensaje.

¿Cuál es este mensaje?

La obra de Paulina tiene un mensaje social importante. Ella fue una luchadora social, ecologista total y comprometida con el medio, con su país y sus ideales. Es un mensaje feminista también, por qué no decirlo, ella luchaba como mujer en un mundo donde los hombres hemos hecho de las nuestras y las hemos desplazado y la mujer tiene mucho que decir. Su obra es bastante intimista, de un cierto sufrimiento que ella tuvo en su vida y es digno plasmar el cómo fue saliendo adelante. Lo que a mí me parece extraordinario de mi mujer es que ella luchó por su ideal, por expresar su arte.

Yo a fin de cuentas abandoné las artes para dedicarme a mi carrera, porque nos enseñaron de alguna manera, a mi generación, que el éxito estaba en el dinero y la verdad, el mensaje que puedo dar, por mi experiencia, es que el éxito está en lo que te gusta y en lo que puedes hacer bien. Yo debí haber seguido en la música, a la escritura y lo retome ya tarde.  Y mi esposa sí tuvo las agallas de luchar y de continuar en lo que ella perseguía. Eso es muy loable y muy difícil, sobre todo por ser mujer en su tiempo. El museo es un homenaje a ella, tengo obras magnifica y creo que lo merece.

¿El museo será también espacio para nuevos valores del arte?

Necesito la conformación de la Fundación Skoglund-Bucher para que esto se cristalice y entonces sí tener una galería que esté abierta otros exponentes y que la sientan como un hogar,  no sólo la pintura, que sea realmente un espacio lleno arte. La casa está en las faldas del Iztaccíhuatl, en Tlahuapan, estamos en una comunidad chiquita de 700 habitantes que en su mayoría viven del campo. Es un lugar hermoso, hay mucha vegetación. Aquí fue un espacio de paz para Paulina. Ella tenía una enfermedad terminal y este lugar la guardó. De alguna manera lo consagramos al arte y así pretendo que prevalezca.