La pandemia del coronavirus ocasionó grandes afectaciones a la vida de la población mundial, pero de lo perdido se rescata la posibilidad de emprender viajes por medio de la lectura sin romper el confinamiento.

Julio Romano, catedrático universitario, escritor, guionista y candidato a obtener doctorado en Literatura por la UNAM, encuentra que durante el encierro forzoso impuesto por el Covid es posible, por medio de la lectura de obras literarias, “alejarnos un poco de nuestra cotidianidad y a través de cotidianidades ajenas explorar esos mundos, externos, científicos, de aventuras”, como las novelas La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson; Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas; El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad o Mobydick, de Herman Melville.

“También existen viajes interiores que solemos encontrar no en las grandes aventuras, no en los grandes paisajes, no en los territorios desconocidos, sino en el recogimiento de la profundidad de los textos que nos hablan a nosotros mismos” y el también el autor explica que esa característica de la literatura suele asociarse, por supuesto, con la poesía.

Romano Obregón agrega que, en cuentos y novelas, donde no hay particularmente grandes aventuras físicas que demanden un traslado físico del personaje, “también encontramos viajes interiores; caso particular de la literatura rusa del siglo XIX, en la que, salvo la novela La guerra y la paz, de León Tolstói, no es necesario que haya grandes aventuras, ni los grandes paisajes, ni los lugares desconocidos para referirnos a esa parte interior».

“Particularmente la obra de Fiódor Dostoyevski me parece enriquecedora en ese sentido. El jugador, Crimen y castigo, Los hermanos Karamázov y Humillados y ofendidos permiten conocernos a nosotros mismos a través del conocimiento de estos personajes, que tienen sus contradicciones y su profundidad». “Puede ser sí un viaje físico a través de la novela de aventuras donde nos imaginamos los paisajes exóticos y donde ocurren las peripecias de los personajes o también puede ser un viaje interior que podemos conocer a través de las manifestaciones más líricas de la poesía o de la exploración interna de los personajes de la narrativa y, desde luego, a través del tiempo».

El autor de No verás el alba, libro que resultó ganador del Premio de Cuento Ricardo Garibay 2013, especialista en Literatura y docente de la UAEH y el Tecnológico de Monterrey, propone la lectura para quien busca aventuras y paisajes exóticos las obras La esfinge de los hielos y La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne, así como El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Invita a acercarse las literaturas periféricas, como la africana a través de autores como Gonçalo Tavares, Chimamanda Adichie o Tsitsi.

En cuanto a viajes interiores, viajes líricos, expone que la poesía podría acercarnos un poco a muchos mundos. Cita a la escritora polaca Wislawa Szymborska, a la rusa Anna Akhmátova o la estadunidense Sylvia Plath, quienes plantean panoramas contrastantes.

Julio Romano también se refiere a los viajes interiores del poeta Fernando Pesoa, al que califica como intimista o a la Generación del 27 compuesta por los poetas españoles de la resistencia contra el franquismo durante la Guerra Civil, que exponen el conflicto del hombre contra su contexto y entre los que cita a Rafael Alberti, León Felipe, Vicente Alexaindre, Federico García Lorca, Miguel Hernández y los hermanos Machado.

Entrevista: Georgina Obregón Directora