Los Niños Cantores de Viena, el coro infantil más famoso y más viajero del mundo, tienen un futuro lamentablemente que no pinta muy bien debido a la pandemia, explica su presidente y director artístico, Gerald Wirth.

Tras una célebre historia de más de medio milenio, el coro, una asociación sin fines de lucro que se financia principalmente con sus actuaciones, afronta una situación inédita, pues no actúa desde el pasado 8 de marzo. Y es incierto cuándo volverá a hacerlo: ya se han cancelado 113 conciertos, cifra que «previsiblemente aumentará hasta 200» en el resto del año, indica Tina Breckwoldt, responsable de Dramaturgia y cuidadora del archivo del coro.

Explica que la pandemia es «una catástrofe para todos los organizadores de eventos culturales, pues temen la falta de público y no pueden asumir el riesgo de pagar el alquiler de las salas».

«Acabamos de cancelar la gira por Estados Unidos planificada para el próximo otoño y también la de Alemania en diciembre», añade.

En ese país vecino se permitirían los conciertos, pero bajo estrictas medidas de distanciamiento físico que reducen a un 25 % la ocupación de las butacas, y eso «no es rentable».

Tampoco tendrán lugar las siete actuaciones que se habían planificado inicialmente en el prestigioso Festival de Salzburgo.

Así las cosas, España fue el destino de una de las últimas giras de Los Niños Cantores: el pasado febrero actuaron en Marbella, Lleida, Barcelona, Toledo, Alicante, Valencia y Madrid.

EL VIRUS OBSTACULIZADOR

Además de las cancelaciones y los problemas financieros, el coronavirus afecta otros aspectos importantes de la vida de los cantores: el internado está cerrado desde marzo y muchos de los pupilos han tenido que volver a sus hogares, hay miembros del coro de países tan distantes como Nueva Zelanda o México.

Solo los que viven con sus familias en Viena pueden en estos momentos asistir a las clases y ensayos como externos.

Por otro lado, con el fin de minimizar el riesgo de contagios, cantan solo en grupos pequeños, de unas quince voces, y lo hacen o bien en el gimnasio del colegio, o en la piscina cerrada, dos salas con «mucho aire» y suficiente espacio para mantener la distancia física recomendada.

EXCELENTES EMBAJADORES

El origen del coro se remonta a 1498, cuando el emperador Maximiliano I, padre de Felipe el Hermoso, ordenó crearlo como parte de la orquesta de la Corte, y como tal tuvo garantizada su existencia hasta la caída del Imperio Austro-Húngaro al final de la Primera Guerra Mundial (1918).

Aunque entonces se disolvió, fue refundado poco después como asociación privada sin fines de lucro y «rápidamente tuvo éxito», de forma que desde entonces se pudo autofinanciar», explica Breckwoldt.

Los conciertos en otras tierras fueron claves en esa nueva fase, pues en los años de entreguerras Austria vivía sacudida por conflictos sociopolíticos y hundida en una grave penuria económica que se agudizó con la crisis bursátil de 1929.

«Desde 1926 hasta ahora el coro ha efectuado más de un millar de giras por 99 países, con casi 30.000 conciertos. Es un importante embajador de la cultura austríaca», resalta Breckwoldt al expresar su esperanza de que las instituciones del país hagan algo por salvar a sus niños cantores.

 

PÉRDIDA MILLONARIA:

La pérdida de ingresos ya asciende a unos 800.000 euros y se estima que habrá subido a dos millones al final del año, lo que puede significar la insolvencia

CADA VOZ: 3.000 EUROS AL MES:

En resumen, cada niño le cuesta a la organización entre 2.500 y 3.000 euros al mes, indica Wirth. Los padres aportan una cantidad más bien simbólica, de 100 euros, e incluso hay quienes están exonerados de esa contribución.