El Bayern de Munich se coronó otra vez campeón alemán, por octava vez consecutiva, tras una temporada con muchos altibajos, pero en la que, en la parte final, los bávaros no dejaron espacio para dudas y lograron prolongar su hegemonía. Mientras tanto en Italia, el Nápoles ganó la sexta Copa Italia de su historia tras empatar 0-0 en los noventa minutos e imponerse 4-2 en los penaltis, ante un gris Juventus que solo creó un peligro a la portería rival al comienzo del duelo con un disparo del portugués Cristiano Ronaldo, también lejos de su nivel.

 

Bayern de Munich otra vez campeón tras temporada con muchos altibajos

La temporada no empezó bien y ya lo sucedido en el mercado de fichajes les dio alas a los escépticos.

El Borussia Dortmund, sobre el papel el principal competidor del Bayern, había hecho una ofensiva con la llegada de Julian Brandt, Thorgan Hazard y Mats Hummels, que había dejado el club bávaro.

El Bayern había fichado a dos defensas, Lucas Hernández y Benjamin Pavard -eso había precipitado la marcha de Hummels- y dos promesas, Michaël Cuisance y Fiete Arp, y, a última hora, había incorporado como cedidos a Ivan Perisic y a Philippe Coutinho.

En opinión de la mayoría era demasiado poco para compensar la marcha de Arjen Robben y Franck Ribery. El costo del fichaje de Hernández, 80 millones de euros para un jugador que llegaba lesionado, causó además mucho escepticismo.

El desarrollo de la primera parte del torneo pareció darles la razón a los escépticos. En la décima jornada el Bayern había encajado un 5-1 ante el Eintracht Fráncfort, que había precipitado la destitución de Niko Kovac.

Flick asumió entonces el cargo, primero como interino, y el equipo tuvo una gran reacción al derrotar en la siguiente jornada por 4-0 al Dortmund.

La segunda victoria de la era Flick en la Bundesliga fue ante el Fortuna Düsseldorf a domicilio, por 0-4.

Sin embargo, después vinieron dos derrotas consecutivas, contra el Bayer Leverkusen y el entonces líder Borussia Mönchengladnach, que llegaron a hacer pensar que el llamado efecto Flick había desaparecido.

El Bayern cayó entonces al séptimo lugar, la peor clasificación que tuvo a lo largo de la temporada,con siete puntos menos que el Gladbach.

Se habló entonces de que los rivales le habían perdido el respeto al Bayern y de que -pese a los síntomas de recuperación con la llegada de Flick- la goleada encajada ante el Eintracht seguía afectando al equipo.

Sin embargo, pese a las derrotas, después se vio con claridad que Flick había vuelto a unir al vestuario.

Además logró que Thomas Müller volviera a ser uno de los motores del equipo desde el centro del campo y tomó algunas decisiones que resultaron providenciales como el trasladar a Joshua Kimmich al centro del campo o convertir a Alphonso Davies en lateral izquierdo.

Después, el Bayern no volvió a perder, solo cedió puntos en un empate sin goles ante el Leipzig cuando ya era líder, y de victoria en victoria fue recortando terreno.

Al terminar la primera ronda y empezar la pausa de verano el RB Leipzig era líder con cuatro puntos de ventaja sobre el Bayern. El Gladbach era segundo y el Dortmund cuarto.

En la segunda ronda el Leipzig y el Gladbach tuvieron un fuerte bajón y la disputa por el título se convirtió en una lucha entre el Bayern y el Dortmund.

El Bayern asumió el liderato a falta de 14 jornadas para que terminase la Bundesliga y no lo volvió a soltar.

El parón forzado por la pandemia del coronavirus tampoco afectó a los bávaros que, tras el regreso, siguieron sumando sus partidos por victorias.

Las dudas que podían quedar se disiparon cuando en el duelo a domicilio contra el Dortmund, que estaba cuatro puntos por debajo, el Bayern se impuso por 0-1, con un gran gol de Joshua Kimmich.

El Bayern, tras esa victoria, todavía no era matemáticamente campeón pero los siete puntos de ventaja eran una renta que hacía improbable que la carrera por el título se abriera nuevamente.

Ante el Bremen todo quedó consumado. Ahora al Bayern de Flick le queda la final de la Copa de Alemania, que jugará el 4 de julio contra el Leverkusen, y lo que queda de la Liga de Campeones en la que ha ganado en esta temporada todos los partidos que ha disputado.

 

Nápoles vence al Juventus en los penaltis y gana la Copa Italia

El Nápoles doblegó este 4-2 en los penaltis al Juventus Turín, tras el 0-0 de los noventa minutos, y conquistó la sexta Copa Italia de su historia en la final disputada a puerta cerrada en el estadio Olímpico de Roma.

El Nápoles marcó sus cuatro penaltis, con Lorenzo Insigne, Matteo Politano, el serbio Nemanja Maksimovic y el polaco Arkadiusz Milik mientras que en el Juventus fallaron el argentino Paulo Dybala y el brasileño Danilo Luiz Da Silva, lo que coronó campeón al equipo del técnico Gennaro Gattuso.

También en los 90 minutos el Nápoles había tenido las mejores oportunidades, pero se topó con el poste con una falta directa de Lorenzo Insigne y con un Gianluigi Buffon que realizó tres paradas de mérito, la última de ellas a pocos segundos del final.

Como ya ocurrió en la semifinal ante el Milán, el Juventus arrancó bien, movió el balón con rapidez y asustó al Nápoles a los 5 minutos con un derechazo del portugués Cristiano parado por el meta Alex Meret, pero ese disparo acabó siendo el más peligroso de todo el encuentro para los hombres de Maurizio Sarri.

Insigne, uno de los jugadores más en forma del equipo de Gennaro Gattuso, sacudió la madera en el 23 con una gran falta directa desde los 25 metros y sólo dos grandes paradas de Buffon, titular a sus 42 años, a disparos del belga Dries Mertens y del propio Insigne, mantuvieron la igualdad al descanso.

El esfuerzo realizado en las semifinales, disputadas el viernes y el sábado tras tres meses de inactividad, le pasó factura a los dos equipos y la reanudación estuvo marcada más por los errores y la poca lucidez que por la técnica.

Tanto el Nápoles como el Juventus intentaron cambiar ritmo tirando de sus banquillos, al disponer de cinco cambios.

Sarri apostó por Federico Bernardeschi, el galés Aaron Ramsey o el brasileño Danilo Luiz en sustitución del brasileño Douglas Costa, el bosnio Miralem Pjanic y el colombiano Juan Guillermo Cuadrado mientras que Gattuso dio paso a Matteo Politano y al polaco Arkadiusz Milik por el español José Callejón y el polaco Arkadiusz Milik.

En Juventus no creó ningún peligro a la portería de Meret y sólo Buffon, con unas grandes paradas a cabezazo del serbio Nemanja Maksimovic y en el siguiente disparo bajo puerta del macedonio Eljf Elmas, evitó que el Nápoles triunfara en el minuto 93.

El título se decidió en los penaltis, en los que el Nápoles estuvo impecable, ante un Juventus falto de brillantez.

El argentino Paulo Dybala abrió la tanda y su disparo lo paró por Meret. Su compañero Danilo disparó alto. Insigne y Politano no fallaron y dieron una ventaja 2-0 al Nápoles.

El capitán Leonardo Bonucci y el galés Aaron Ramsey marcaron para el Juventus, pero el Nápoles no tembló y, tras el gol de Maksimovic, consiguió la victoria gracias a la perfecta ejecución de Milik (4-2).

Es la sexta Copa Italia de la historia del Nápoles y el primer trofeo de la carrera de Gattuso como entrenador, quien fue abrazado por todos sus jugadores al acabar el duelo.

Para el Juventus, en cambio, fue un profundo disgusto en una temporada en la que ya perdió la Supercopa italiana en enero, ante el Lazio; y en la que sigue sin jugar con brillantez y convicción.