La muerte del cantante Pau Donés, a los 53 años a consecuencia del cáncer que estaba combatiendo desde los últimos cinco años, suscitó un elogio y un reconocimiento unánime tanto a nivel humano como artístico en todas las instancias.
Pau Donés, marcado de pequeño por la muerte de su madre cuando contaba con 16 años, formó con su hermano Marc varios grupos antes de, en 1995, pergeñar Jarabe de Palo, banda de rock latino y aires caribeños que compaginó en sus inicios con su trabajo en una agencia de publicidad.
Su primer disco, «La flaca», fue un éxito al cabo de bastantes meses, gracias al anuncio televisivo de una marca de tabaco, y ya entonces pudo dedicarse a la música. De hecho, Virgin lo lanzó como una estrella mundial con su segundo trabajo, «Depende», al que seguirían otros como «De vuelta y vuelta», «Bonito» o «1 m2.
Donés, ligado familiarmente al pueblo español de Montanuy, prosiguió con su carrera, en espera de vientos más propicios, y de aquella época son discos como «Adelantando», «¿Y ahora qué hacemos?» o «Somos» hasta que, en septiembre de 2015, empezó una lucha contra el cáncer de colón que le llevó a retirarse de los escenarios, a escribir su autobiografía, «50 palos», a volver de nuevo, o a instalarse en California junto a su hija Sara.
Hace un par de meses regresó a su ciudad natal, Barcelona, lanzó una canción, «Vuelvo», como aperitivo de un nuevo álbum previsto para septiembre, y en mayo adelantó todos los planes y publicó su testamento, «Tragas o escupes», un epílogo a 25 años de música, con canciones que permanecerán en el imaginario colectivo como «La flaca», «Grita», «Depende», «El lado oscuro» o «Adiós».
Gran ser humano, un músico irrepetible y un luchador incansable frente a la adversidad, así es como todo el mundo, desde la música al cine, de la política a la televisión describieron a Pau Donés.