La escritora Claudia Marcucetti compartió con Los Rostros Puebla la novela “Donde termina el mar”, la tercera en su trayectoria.
¿DE QUÉ VA “DÓNDE TERMINA EL MAR”?
La vejez es un periodo de la vida que puede ser terrible, pero también es una gran oportunidad de seguir viviendo, tenemos ya la experiencia de resumir nuestra vida en positivo, irnos de este mundo en positivo, haber cumplido con lo que sea que nos motive en la vida. La vejez da esta oportunidad de recapitular y también de redimir errores, porque vivir es equivocarse.
Comencé teniendo la idea de escribir algo acerca de la vejez. Yo me enfrenté en este libro a una vivencia muy personal: yo no hable por muchos años con mi padre y de repente me llama un día desde Italia, me dice estoy a punto de morir y tú eres mi única hija, quiero verte. Fue un reencuentro a momentos traumático porque
este señor para mí era un extraño de cual no quería saber nada, pero también fue mi primer enfrentamiento con la vejez, era un hombre de 80 años que ya no era autosuficiente, era un hombre que me necesitaba a mí, su única hija para sobrevivir de alguna manera.
Después, que sucede mucho que con las novelas con mentiras revelan realidades, esta novela me llevo por muchos caminos. Uno el de la aventura. El protagonista es un hombre que hizo prácticamente de todo, desde bajarle a una novia al Che Guevara, hasta ser traficante de armas. Es un hombre controversial, tiene una vida
incluso complicada, es un escape. El libro tiene dos vertientes, una que sucede en el presente en Miami, un lugar que es un termómetro de lo que pasa en Latinoamérica, con una alta concentración de latinos que viven una vida pseudo-americana, pero no dejan de ser latinos.
Hay una mezcla una crítica sutil de esta mente occidental, de esta gente que no quiere envejecer, que tiene los medios, pero a su vez vive esta lejanía de su familia. Hay otra niña de 15 años que se corta, habló también de drogas. La segunda vertiente es en el pasado, donde la novela va a diferentes lugares, Cuba, Campeche, entonces me fue llevando por muchos más caminos que la vejez. Es una novela generacional con este encuentro entre la vejez y la adolescencia, dos puntos de la vida donde somos conscientes, pero que están en lados extremos.
¿CÓMO ES TU PROCESO DE ORGANIZAR IDEAS PARA CREAR UN TEXTO?
Sin duda, es disciplina férrea. La verdad es que en la parte creativa está este torbellino de ideas, después está la parte en la que tiene que sentarte. Escribir está en 10 porciento talento, y el resto es trabajo, dedicación, talacha, escribir y reescribir.
La parte creativa es mínima, es un brote, es un momento. Yo nunca escribo sin dormir, necesito dormir, aunque sea cuatro o cinco horas y cuando despierto, cuando está el inconsciente muy cercano al consciente es cuando brotan ideas creativas netamente o hay momentos en que voy en la carretera y escribo. Y luego viene la parte de trabajarlo en la computadora, en la redacción, el uso de la palabra, en formar frases atractivas, que tenga una buena construcción y trabajo mucho porque el idioma español es mi segunda lengua, yo llegué a México a los 13 años, así que tengo que trabajar el doble que cualquier persona de habla hispana, porque a veces mis construcciones son italianizadas.
¿CÓMO TE INICIASTE EN EL MUNDO DE LAS LETRAS?
A través de una crisis existencial. Yo soy arquitecta, tenía un despacho, me iba muy bien, construía edificios, ganaba mucho dinero incluso, cosa que en la literatura no necesariamente sucede. De pronto empezaron a suceder una serie de cosas a mi alrededor, bastante trágicas, desde muertes hasta enfrentamiento con adicciones, concretamente de mi socio, muchas situación es que no podía manejar desde el mismo lugar donde estaba.
Fui a dar a un terapeuta, a un psiquiatra. Mi idea era que me ayudara a sobrepasar los momentos difíciles de la vida, que yo creo que cualquier cosa que uno haga para poder sobrellevarlos es bueno, ya sea búsqueda interior, autoanálisis o autocritica y me conduje a ese mundo. El psiquiatra me decía que porque que no escribía esas ideas para ordenarlas. A través de esa sugerencia nació mi primer cuento, “Lotería”. En lugar de escribir cómo solucionar mi vida, escribí un cuento que nacía de una anécdota, pero finalmente era ficción, era una mentira.
¿QUÉ OTROS MUNDOS SEGUIRÁS EXPLORANDO?
Me encanta poder leer y difundir los libros que más me gustan, que son muchos, hay mucho talento en México y en el resto del mundo, no me da la vida para leer todo lo que quisiera leer. La promoción cultural es otra vertiente que me gusta hacer, es otro de los trabajos a los que me dedicó. Hoy por hoy ya no trabajo como arquitecta, lo único que hago son trabajos que tengan que ver con las letras, a mucha honra y me gusta mucho hacerlo.