El interés de Rosendo Pinacho, que surgió desde que era niño alrededor de la pintura, lo llevó a realizar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, con posteriores talleres a nivel nacional e internacional. Su inquietud lo trasladó en 1997 a París, Francia, para hacer investigaciones sobre técnicas antiguas y estudiar sobre los impresionistas. En ese mismo año, con 25 años de edad, Pinacho se convirtió en el artista mexicano más joven en exponer en vida en el Museo de Arte Moderno de México. Japón, Argentina, Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia y España, son países que han albergado su arte en estos años de trayectoria.
¿CUÁL ES EL TRABAJO MÁS IMPORTANTE DE SU CARRERA?
Dos murales que tengo en Miami en cerámica de alta temperatura, los primeros de un artista mexicano en esa técnica y en esas dimensiones fuera del país. Y de lo más reciente es la exposición “Senderos” que tengo en el Museo de los Pintores Oaxaqueños en Oaxaca, una de las más importantes de estos años porque reúne la obra que hice en 2019, pero también tenía cinco años que yo no exponía en Oaxaca –aunque sí en otras partes de México-, y regreso con esa exposición y es de las más significativas para mí porque recoge todo lo que he almacenado en conocimiento, en técnica, la forma de ver el mundo y la forma de expresar lo que yo siento. También hice una intervención en el museo en las paredes de una sala pequeña, “Un mundo para una musa”, un homenaje que yo hago para la mujer. La sala intervenida y las 28 piezas de gran formato que conforman la muestra estarán hasta mediados de abril en mi natal Oaxaca.
¿CÓMO HA SIDO LA EVOLUCIÓN DE SU TRABAJO?
Al principio tuve mucha influencia de un maestro japonés que fue mi mentor y como mi segundo padre, el maestro Shinzaburo Takeda, que a su vez tiene influencia del muralismo mexicano. Después tuve influencia de Tamayo, Orozco, sobre todo los muralistas, también de Diego Rivera y de 15 años para acá tengo mi propio lenguaje, mi propio estilo y soy un artista al que le gusta cambiar, no me
quedo enfrascado en una tendencia, es decir, hago desde figurativo hasta abstracto, no me gusta estar estacionado en algo. Creo que el artista debe ser alguien que siempre está innovando e investigando, entonces mi obra se caracteriza por eso, porque de una exposición a otra puede cambiar muchísimo.
¿QUÉ FUE LO QUE LO TRAJO A PUEBLA?
Llevo cuatro años viviendo aquí. Hace como 15 años tuve un taller en el centro de esta ciudad con otros amigos y en mis recorridos siempre he ido a la Ciudad de México y a Monterrey, que es donde tengo coleccionistas. Entonces en escala me quedaba aquí y al otro día me iba a mi siguiente destino, así que lo veo como un lugar estratégico para muchas cosas y para moverme a mis diferentes actividades.
Aunado a ello, después del movimiento político oaxaqueño en el 2006 que afectó mucho en el tema de las artes y todo el flujo de turismo a Oaxaca, yo pensé en moverme de ahí y platicando con amigos coleccionistas, uno de ellos me invitó a quedarme y me encanta, porque desde aquí puedo moverme a donde necesite.
¿CÓMO ABRE ESTE 2020?
Hay varias cosas. Me encanta la cerámica, yo creo que en febrero haré un estudio de cerámica, algo que había pensado desde hace varios años, un estudio muy grande. Después en abril me voy a Perú a dar un curso en la universidad de bellas artes de Cusco, luego a Italia a trabajar cerámica y escultura en bronce. Entonces 2020 son más viajes dando talleres e investigando. En Perú también donaré una pieza mía, al igual que en Italia. Estoy en un momento en que me siento pleno, tengo 47 años, mi obra de arte está teniendo éxito y creo que es el momento de consolidarme como artista haciendo proyectos, dejando legado para las futuras generaciones.