Por: Susana Hernández
La Crusifixión se trata de un nuevo trabajo del director Xavier Gens, que nos ofrece una de esas clásicas cintas «basadas en hechos reales».
La película arranca con un larguísimo plano aéreo que nos lleva desde los cielos hasta las catacumbas de una iglesia en la que se está practicando un brutal exorcismo.
Estamos en Rumanía, en una región rural en la que el deteriorado sistema sanitario y las profundas creencias religiosas hacen que ciertos trastornos mentales severos reciban un tratamiento inadecuado por parte de eclesiásticos enfebrecidos por la fe.
Una periodista en enviada para esclarecer los hechos una vez que se da a conocer la muerte de la mujer exorcizada: era una monja y las versiones acerca de su final son contradictorias. Mientras unos aseveran que no estaba enferma, otros le achacan un trastorno esquizofrénico. ¿Se extralimitó el sacerdote o perdió una pugna contra el Maligno?
Es probable que con La Crucifixion, estemos ante uno de esos casos en los que menos es más: con menos artificiosas secuencias de sustos la propia extrañeza que emana de las localizaciones y de esa cámara aérea que insinúa una presencia sobrenatural cobraría más sentido.
Sobresale la persecución por el campo de maíz que hace a uno curestionarse «¿por qué si sabes que te persiguen te metes a un lugar donde es muy probable que te encuentren?»; también hay varias secuencias especialmente perturbadoras, y la película está bien rodada de modo que harán al espectador liberar adrenalina.
La película llega a tener peturbadoras secuencias, como la de una mujer poseída que parece estar teniendo una especie de orgasmo sobrenatural con sus partes íntimas cuajadas de arañas; y otra, también poderosamente visual, donde en un granero una lluvia invertida pone fin a las tribulaciones contra el mal.
Tratan de mantener el interés del espectador a toda costa. Resultado: rompen la ambientación y dan la sensación de que la película avanza en círculos.
Esta es la clásica película en la que, si en lugar de tirar por el elemento fantástico hubieran puesto en duda las creencias de las personas y los límites de lo que éstas les permiten hacer, habría resultado mucho más redonda habida cuenta de que los medios para hacer algo solvente no han faltado.
La Crucifixion no viene a revolucionar el panorama del terror ni a despertar serias reflexiones en los espectadores, puede que incluso desperdicie un par de buenas ideas como ese «Halloween rumano» que habría dado para mucho más, pero da para un visionado sin excesivas pretensiones.