En la primera temporada el espectador ya conocía el final desde un principio: Hannah Baker se había suicidado. Pero antes, grabó 13 cintas de casete en las que daba los motivos que la llevaron a tomar la fatal decisión. Por acción u omisión, casi todos a su alrededor eran culpables en cierta forma.

La sociedad le había dado la espalda, o ella lo sintió así. Por trece razones, basada en la novela homónima de Jay Asher, se convirtió en una de las series más comentadas en las redes sociales en 2017 y que más polémica generó por los temas que trataba: suicidio juvenil, abuso sexual, acoso escolar

Ahora, la serie de Netflix regresa con una segunda temporada de 13 capítulos que retoma la historia seis meses después del final de la primera. Todos los personajes parecen empezar a superar lo que vivieron, pero el comienzo del juicio derivado de la demanda de los padres de Hannah contra el instituto por su responsabilidad en la muerte de su hija hace que se vuelvan a abrir heridas.

«Además, para cada historia de la primera temporada, para cada cinta, hay otra cara, la persona de esa historia también tiene su versión de los hechos«, cuenta Brian Yorkey, creador de la serie. «Veremos también cosas que Hannah no incluyó en las cintas. No es que mintiera, pero contaba su historia por unos motivos. Ahora aprenderemos cosas que no conocíamos«, añadió.

Las cintas que servían de hilo conductor a la historia en la primera temporada dan paso a unas polaroids con pistas para descubrir un misterio.

El productor y guionista todavía parecen sorprendidos por la repercusión que tuvo la serie en su lanzamiento. «Creíamos mucho en la historia que estábamos contando, y creíamos que tendríamos cierta cantidad de espectadores. Yo decía durante el rodaje que quizá sería un número pequeño, pero que para esos chicos sería una serie importante y debíamos hacerla aunque fuera para esa cantidad pequeña de jóvenes. Pero esa cantidad pequeña se convirtió en una más grande«, concluyó